¿Cuando aprenderemos que la felicidad se esconde bajo pequeñas piedras y no tras grandes montes?




Algunos necesitan estar en la recta final de su vida para darse cuenta de, que lo que en verdad merecía la pena, se escondía en el interior de los pequeños detalles.”



En la sociedad consumista y competitiva que vivimos, tiende a nublar nuestras mentes con proponernos expectativas que, en muchos de los casos, se antojan, cuanto menos, improbables. Nos estamos construyendo un mundo alternativo al real, una serie de ensoñaciones sin fundamento, con el solo propósito de resultar a la vista de los demás, triunfadores, modelos a seguir o simplemente, causar envidia hacia nuestro nivel de vida.
Eso conlleva, una estresante carrera por conseguir metas que no necesitamos en nuestra vida, coches de una potencia o tecnología que o no usaremos el primero por las restricciones de las leyes de circulación, o en su defecto exponernos a sanciones o en el peor de los casos a provocar accidentes innecesarios, y el otro, porque después nos cuesta años comprender y aprender para que sirven y como se utilizan la mitad de componentes tecnológicos de dichos vehículos, esto tan solo por poner un ejemplo simple, pero podría poner el ejemplo de, comprar esa casa que no necesitamos y que nos hipotecará nuestra vida entera y parte de la de nuestros hijos o el último smarphone, cuando aún no usas ni un 30% del que tienes. Nada, pero absolutamente nada de esto, va ha influir en nuestra felicidad, el porqué, porque la felicidad se compone de pequeños argumentos, de minúsculos detalles, de ínfimas acciones, que sí nos reconfortan, tanto a nosotros, como a las personas que nos rodean. Porque si algo tenemos que tener totalmente claro, que uno no es feliz en la más estricta soledad, por mucha opulencia y dinero que pueda poseer, ya que la felicidad se necesita compartir con los demás, hacerlos partícipes de nuestros pequeños logros y en consecuencia, incentivar su felicidad a través de la motivación para conseguir los suyos, que a la hora de ellos lograrlos, además de sentirse un poco más felices, tendremos un retorno de esa felicidad, ya que nos sentiremos parte de su logro.
Entonces, si sabemos, porque todos lo sabemos, que en esos pequeños detalles es donde se esconde la verdadera felicidad, ¿Por qué nos empeñamos a malgastar tiempo de nuestra vida en descabellados proyectos de futuro, los cuales nos estresarán y, por lo tanto, provocarán nuestra infelicidad? La respuesta, porque el ser humano es un ser complicado, además de complejo, complicado, porque no se conforma con ser y hacer feliz a su entorno, sino que se siente en la imperiosa necesidad de impresionar y regodearse con sus éxitos, ensalzándose hasta lo más alto, cuando de todos es sabido, que en el final del camino, todos y sin excepción, daremos cuenta con nuestros huesos en la oscuridad del infinito, sin coches, sin grandes mansiones, sin los últimos modelos de smarphone, etc, etc, etc.
Prestemos más atención a los detalles que podemos conseguir, a sabiendas, de que serán parte implícita de nuestra felicidad y de la de nuestros seres queridos, y dejémonos de elucubraciones y fantasías que, difícilmente alcanzaremos y que, aún haciéndolo, costarán gran parte de nuestra felicidad y de la de los demás.



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