Nunca se es más sabio por los conocimientos, sino por la falta de desconocimientos




Nunca serás más fuerte que tu debilidad más pequeña, ni serás más inteligente que el menor de tus desconocimientos. Ser humilde no te hará ser el mejor, pero seguro, aprenderás más de la vida.”



Aunque hay distintas personalidades, tantas como personas existen, todos tendemos a, al menos hasta que nos damos cuenta, querer ser los mejores en algo, los más fuerte, los más inteligentes y, como ya he dicho antes, hasta que nos damos cuenta de nuestras limitaciones. Lo que muchas veces no nos damos cuenta, o simplemente no sabemos ver, es la raíz de dichas limitaciones, ya que solemos achacarlas a los niveles más altos, en definitiva a los que no alcanzamos, sin darnos cuenta que el máximo de nuestros logros posibles viene limitado por el punto más débil que tenemos.
Nunca podremos avanzar más sin mejorar nuestros defectos, cosa que solemos dejar aparcada a un lado, pensando que nuestras virtudes nos pondrán en un lugar más alto, sin la necesidad de que nuestras faltas tengan que entorpecernos, cuando en realidad es un lastre que tendremos que ir arrastrando durante toda la vida, si no ponemos el remedio adecuado. Posiblemente lo que explico en esta reflexión ya os suene de otras o creáis que es una retórica innecesaria de las ya escritas, pero si decidís seguir leyendo entenderéis que no. No os hablo de el éxito en la vida, ni de la perseverancia y la constancia, o de la superación, estoy hablando de la humildad, de tener claro que en esta vida la arrogancia no es un camino, es un abismo, un pozo sin fondo donde estamos expuestos todos a caer, en un momento u otro de nuestra existencia.
La humildad frente a la vida, no significa resignarse a la pobreza, a la mediocridad o tener que ir con la cabeza gacha, la humildad frente a la vida, consiste en, llegado el punto donde creemos que ya somos nuestra mejor versión, echar una mirada atrás y buscar entre nuestras catacumbas, los resquicios más minúsculos de nuestras posibles flaquezas, analizar porqué nunca hemos avanzado en dichos puntos y, si procede, por la situación en la que nos veamos superados, a pesar de pensar que estamos en nuestra mejor versión, buscar solución a esos pequeños escollos que han ido quedando atrás, porque la vida nos ha ofrecido otros caminos, pero que ahora nos pueden ser útiles.
Creo que tomarse la vida como una competición contra los demás es el más grande de los fracasos, aunque en el supuesto que lo consiguiéramos, el esfuerzo titánico nos pasaría mella en nuestra vida personal, eso que todos decimos tener cuando creemos que nos va bien, pero que ves que nunca tuviste cuando se tuercen un poco las cosas, que se llama felicidad. En verdad una vida sana y donde uno puede sentirse más feliz, es cuando la competencia es con nosotros mismos y, dentro de esa competencia, cuando la usamos para mejorar los aspectos donde menos dotados estamos y no tanto en verter nuestros esfuerzos en reforzar lo que ya se evidencia fuerte.


No hay mayor margen de mejora, que tener la certeza de tu desconocimiento, aceptarlo y trabajarlo sin sentir ninguna vergüenza por ello.

Comentarios

Los visitantes se han interesado más por...

¿Es más o menos mesurable el acto dependiendo quien lo haga? O la hipocresía no deja ver la tragedia del Mediterráneo.

La importancia de tener una mente clara

Prólogo