Conversión del fracaso en un nuevo reto
Capítulo XXIV
Conversión
del fracaso en un nuevo reto
En
normas generales, los seres humanos, tendemos a un pesimismo
continuo, a veces por asumir retos, ya no diré demasiado elevados
sino, lo suficientemente escalonados y estructurados para poderlos
conseguir y, otras veces, por las exigencias a las que nosotros
mismos nos sometemos para competir con el resto de la sociedad. Esta
tendencia derrotista a la que, como ya he dicho anteriormente, sufre
la gran mayoría de los seres humanos, desembocan en el fracaso que,
inevitablemente, retroalimenta la situación de “victimismo”
redundante que nos hace sentir mediocres y totalmente dispensables.
Pero,
analicemos desde un punto de vista totalmente externo, sin empatía
ni apatía, lo que es un fracaso y las diversas situaciones que
pueden desprenderse del mismo, consecuencias, soluciones,
aprendizaje, etc.
Si
hacemos esta visualización lejana, o sea, sin ningún tipo de
involucración sobre una situación de fracaso, nos daremos cuenta de
que, en un primer lugar y en la mayoría de los casos, el fracaso
viene precedido de la toma errónea, ya sea por precipitación o por
poca valoración, de decisiones a las que acompañan otra serie de
actos incorrectos que sumados a lo anterior, dan como resultado el
gran temido fracaso. Como estamos evaluando el problema desde una
vista ajena, lo más lógico y, como tal, el primer paso, es evaluar
la consecuencia de dicho fracaso, tomar consciencia de la repercusión
que tiene, para poder sopesar la magnitud del mismo. Ya
que mi intención no es redundar en cada punto de evaluación, el
siguiente paso es, deshacer todas las acciones y toma de decisiones
que nos han llevado hasta este punto, esto que parece obvio,
normalmente ni se nos pasa por la cabeza, pero si revisamos el donde
y el como, de cada uno de esos puntos, sorprendentemente, nos daremos
cuenta que, meditando con meticulosidad y midiendo bien los pasos,
nunca se llega al punto en el que nos hemos visto. Podríamos dejarlo
aquí, ya nos hemos dado cuenta en que, como y donde, hemos fallado,
ahora sabemos como actuar para otra ocasión o, por lo contrario,
podemos dar una vuelta de tuerca más y llevar a cabo ese “fracaso
deconstruido” que tenemos sobre la mesa, para convertirlo en una
ocasión de mejora evidente.
Como
ya tenemos claro los pormenores de nuestro error y, en todo caso,
mirando que no pueda acarrear nuevas consecuencias, podemos jugar con
las variables de errores y aciertos, para ver que distintos tipos de
“nuevos fracasos” obtenemos, en que hubiesen repercutido y si en
alguno de los casos, un error de cálculo, nos aportaría mejor
resultado. Suena a tiempo perdido, pero no lo creáis así, porque en
muchísimas de las empresas en las que os embarquéis en vuestra
vida, una disección de un fracaso anterior o hasta de varios de
ellos, puede daros la solución a un nuevo posible problema y evitar
otra estrepitosa caída. A la gente que le gusta experimentar con las
variantes de un resultado fallido, suele dar con soluciones muy
ingeniosas a situaciones complejas y no hace falta ser un genio ni
tener ni carreras ni masters, tan solo sentir curiosidad por
diseccionar esos resultados fallidos e ir evaluando los
diversos modos de contrarrestar cada estadio de esos fallos. Yo
denomino como estadios, a las distintas facciones que hacen que, un
proyecto, un trabajo o lo que sea, avance o se estrelle contra el
suelo y como ya he mencionado los hay de concepción y de
procesamiento, o sea, idea y desarrollo.
El
saber separar correctamente cada estadio de un fracaso, que es lo que
en este episodio nos incumbe, es indispensable para poder elaborar
uno o varios modelos, distintos y obtener información de cada uno de
ellos, que nos sirva para poder confeccionar otro u otros distintos y
con un resultado más optimo en un futuro. Está claro que los
estadios que conciernen a la planeación por cuestiones, en la
inmensa mayoría de veces de tiempo, son los que se
deben tratar con una mayor rigurosidad y de una forma más
meticulosa, esto no significa que a la hora de llevar a cabo estas
planificaciones, dejemos de ser meticulosos, pero en la matriz
principal, es donde se gestan la mayor cantidad de errores, por lo
tanto es donde debemos hacer más hincapié. Por eso es bueno
experimentar los resultados, cambiando uno a uno, todos los aspectos
de la “idea” original, para ver los distintos resultados, ya que
no siempre hay que rehacer un proyecto desde cero, a veces, el error
es tan mínimo, como máxima es la importancia que tiene en el
resultado final.
En
el caso de la ejecución, debemos de hacer lo mismo, desmembrarla e
ir revisando y reproduciendo uno a uno todos los pasos, hacer o
añadir variaciones o nuevos pasos, o en su defecto, simplificar al
máximo, si el modelo de estadios lo permite, dicha ejecución.
Como
he comentado antes, simplifico mucho, para no extenderme demasiado,
pero lo que quiero que se comprenda claramente, es que el fracaso es
tan solo una opción que nosotros permitimos, porque ese mismo
fracaso, llevado a cabo en otro entorno puede ser un triunfo, ese
mismo fracaso, haciendo pequeñas variaciones en el proceso de
planificación, puede ser viable, ese mismo fracaso, ejecutándolo de
manera distinta, puede tener un resultado totalmente contrario. Que
quiero decir con esto, pues simplemente que, lo que hoy te ha llevado
a fracasar, mañana puede llevarte a lo más alto, solamente tienes
que plantearte, qué hiciste mal y porqué fallaron los resultados,
evaluar bien cada estadio de ese fracaso e ir buscando variables que
puedan hacer cambiar el resultado. Se que vivimos en una vida de
prisas, de inmediatitud constante,
pero a veces es mejor parar, ver todas las perspectivas posibles y
tomar las decisiones pertinentes para llevar la tarea a cabo sin
sobresaltos ni errores posibles, pero si estos se cometen, nunca
tomarlos como un fracaso, porque la única manera cierta de fracasar
es no llevar a cabo dicha tarea, estancarse o echarse hacia atrás,
eludir la responsabilidad o vernos superados por nuestros propios
límites. En definitiva, solo tú dictaminas si un error ha sido un
fracaso, porque lo será, desde el preciso momento que lo abandones y
no intentes resarcirlo y aprender de él.
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