Barreras del desconocimiento
Capítulo XIV
Barreras
del desconocimiento
Suele
pasar que las sociedades, lo pongo en plural por la simple razón que
no se puede hablar de la humanidad como un ente único sino, más
bien, plural, diverso y en la mayor parte de las ocasiones, inconexo
y muy dispar, pues estas sociedades tienen, llamémoslo, estándares
preestablecidos sobre los miembros corrientes que deben formar dicha
sociedad, ya sea por religión, raza, orientaciones sexuales, por
diferencia de género
o por la peor, la funcionalidad de dichos miembros y
con
funcionalidad me quiero referir a discapacitados, con cualquier
tipo de minusvalía, ya sea física, mental o social. Todo ese tipo
de estándares, que suelen ser discriminatorios, lo único que
impiden son el poder disfrutar de la variedad de la humanidad, de sus
distintas costumbres y sus sentimientos. Siempre
me gusta referirme a este desconocimiento de la diversidad como,
incultura propia o incultura de lo propio, porque más de la mitad de
los casos se dan en el mismo ámbito comunitario, o sea, en la
comunidad más cercana. Partiendo de esta incultura propia, cuanto
más alejamos la mira peor es el desconocimiento de a que nos
“enfrentamos”, con lo cual, mayor es la animadversión que
demostramos ante ello.
Un
claro ejemplo es el de las razas, si ya nos cuesta aceptar la
convivencia entre “payos” y “gitanos”, cuanto más con
orientales, árabes etc, a menor conocimiento del individuo mayor
será el rechazo recibido por la sociedad dominante. Todo
este despropósito tan solo se sustenta por la base del miedo,
tememos irracionalmente lo que no es como nosotros, en parte es una
base irracional, como he dicho, porque estaría abalada por el
instinto de supervivencia, digo estaría, por el mismo motivo que
digo irracional, porque usando el raciocinio no tiene razón de ser
que un ser tan avanzado en la capacidad de discurrir e interpretar
todo tipo de situaciones, siga dejando que la convivencia entre
distintos este supeditada a un miedo instintivo que nada tiene que
ver con el usar la parte coherente del cerebro. Quitando el rechazo,
o más bien la desconfianza entre razas, la lista de discriminaciones
podría ser interminable y a cada cual menos sentido le encontraremos
si nos ponemos a pensar seriamente en ellas, porque ya sean de
género, que en el siglo XXI aún no entendamos que hombres y mujeres
son lo mismo pero con distinto aparato reproductor, se podría decir
que es de una mente de cavernícolas, las diferencias de clases,
sabiendo de la inseguridad que hoy en día tienen, tanto las
macroeconomías como las economías más domesticas, esta diferencia
ya no debería existir, porque el lugar de privilegio que ocupa una
familia hoy, mañana se ve envuelto en la misera más dura, al final
las finanzas son números y estos bailan al son del que tiene los
instrumentos, los demás, todos somos títeres. Con las diferencias
por orientaciones sexuales y las diferencias por discapacidades, bajo
mi punto de vista, son con las que más prejuicios se siguen
teniendo, por eso son las que más barreras encuentran siempre en sus
caminos y son usadas como moneda de cambio a la hora de campañas
electorales o negociaciones políticas, además también de la
violencia de género, que esto más que una diferencia por
discriminación es una lacra de una sociedad falo-centrista, que
sigue pensando que la mujer es de uso y no de convivencia.
Este
último tema, si me lo permitís, no lo voy a tocar, al menos en este
capítulo, porque me daría para escribir varias páginas, pero si me
gustaría ahondar tanto en las orientaciones sexuales como en las
discapacidades, las mal llamadas enfermedades raras o los síndromes,
porque, después de una época de una bonanza en la que se han estado
respetando un poco más estos temas, en los últimos años estoy
viendo una recesión peligrosa a, ya no poner barreras, sino
directamente construir muros. Si
bien es verdad que en apariencia vivimos en una sociedad cada vez más
plural, no deja de llegar un “tufillo” de los bajos fondos que
huele al resquemor de hace unos años, se ven cada día más
agresiones a personas de diferente orientación sexual a la común y
también veo que las ayudas a las personas con discapacidades están
menguando, los proyectos de integración cada vez son más trabajosos
y se encuentran con más impedimentos y las personas que cuidan de
ellos tienen poco o ningún apoyo por parte de las administraciones.
Nuestra sociedad, que esta compuesta por un cúmulo de sociedades,
que a su vez se componen por un sin fin de elementos únicos, debe
aprender a aglutinar para sumar y no a dispersar para dividir,
explicándome de una manera un poco más clara, estamos dispersando
tanto la sociedad que cada vez estamos más aislados los unos de los
otros, cada vez el desconocimiento en la era del conocimiento es más
grande, por muy paradoja que parezca, es así, porque por mucho que
sepamos que tipo de genoma provoca una enfermedad, por ejemplo, no
tenemos ningún interés en preocuparnos por las personas que puedan
padecer esa enfermedad, tenemos los datos, pero no los aplicamos, es
la ignorancia del conocimiento y eso lo que hace es empeorar los
casos de discriminación.
Esta
bien, que ya no oímos barbaridades, como se oían antes, “el
subnormal del pueblo”, “el tarado”,
etc, pero sin oírlas, seguimos aplicando el mismo criterio de
ignorancia hacia ellos, lo mismo digo con las barreras entre las
orientaciones sexuales, igual no oiremos, “el
maricón ese”, “la
boyera”,
etc, pero y como dije antes vuelve a sentirse ese olor a rancio en
los cambios en la sociedad, una regresión a los tiempos donde, una
discapacidad o tu orientación sexual, podían llevarte a un desván
encerrado de por vida, o muerto apaleado o a pedradas. Igual veis en
estas últimas frases un podo de dramatismo de más, sí, estoy
exagerando y lo hago porque de verdad confío en que la humanidad es
un poco más sensible que todo esto, pero, no creáis que la
exageración es demasiado grande, porque si no vamos cambiando
patrones de comportamiento, nuestros hijos o los hijos de nuestros
hijos, volverán a estas actitudes, ya que estamos volviendo a
inculcar la desconfianza a quien no es igual a nosotros, a excluir en
vez de incluir. De lo que luchemos hoy por los derechos de todas las
personas, sean cuales sea su raza, religión, género, orientación
sexual, o si tienen algún tipo de discapacidad, mañana ofreceremos
un futuro con menos barreras y con más manos tendidas para la
sociabilización. No se trata de ser ejemplo sino todo lo contrario,
se trata de ser norma, que
veamos normal a dos chicos besándose, a un musulmán casarse con una
cristiana viviendo cada uno con libertad su religión, que altos
directivos tengan síndrome de Down, pero sus capacidades le han
llevado a ocupar ese puesto y no un cromosoma repetido se lo ha
impedido. En definitiva que hagamos realidad el inclusismo del que a
los políticos se les llena la boca pero a la hora de la verdad no
llenan las arcas para que eso pueda llevarse a cabo y sobretodo no
obviemos que todos estamos en este mundo para compartirlo y que
cuantas menos barreras construyamos más plano caminaremos.
La sociedad se vuelve a los años en que todo era o nosotros o ellos y se alejan cada vez más de la realidad de las personas que tienen a su alrededor.
ResponderEliminarBuen artículo, pero lo encuentro un poco corto.
En principio disculparme por la tardanza, en segundo lugar, estoy totalmente deacuerdo con usted, estamos sufriendo, en muchos aspectos de la vida una evolución involutiva, una paradoja, que por muy extraña que suene, cadia día es más y más real.
ResponderEliminarRespecto a la longitud de mis artículos, son así para que ustedes puedan opinar e ir modelando un debate y, con sus opiniones y los debates creados, modular un artículo con las interacciones más relevantes, que formarán parte, siempre con el permiso del usuario que interactue con el artículo, del libro final que se editará en PDF.
Gracias y un saludo.