Empatía, una forma para la comprensión del medio en el que vivimos
Capítulo IX
Empatía, una forma para la
comprensión del medio en el que vivimos
Normalmente, sería una lógica
aplastante, el compartir sentimientos con nuestros iguales, todas las
razas de seres vivos lo hacen y, aún más la nuestra, siendo la más
racional debería ser más un instinto que una reacción. Por el
contrario, debido a las diferencias de, razas, idiomas, culturas y
estilos de vida, la empatía es cada vez más, un reflejo de un
instante, que no una constante en nuestro comportamiento cotidiano.
Esto sucede porque, el grueso de la sociedad ha perdido, sin darse
cuenta, capacidad de decisión sobre la manera de organizar,
distribuir y gestionar su tiempo, porque lo primero que hay que
entender, es que el valor más grande que tenemos en nuestra vida, es
nuestro tiempo y la perdida sobre el control del mismo nos hace
vulnerables a la sumisión de quien lo controla, provocando que
dediquemos menos recursos a interesarnos por los demás y cayendo en
la facilidad de dejarnos llevar por las tendencias, normalmente, por
las más radicales, que son las que nos venden un bienestar a costa
del sufrimiento de nuestros congéneres, casi siempre con el discurso
gratuito de, “o ellos, o tú”, dejando poca salida a la
cordura, puesto que para tener esa cordura, también se necesita el
tiempo que ellos mismos gestionan.
Otra causa de la apatía, es
la desconexión por “sobreconexión”, o sea, el abuso de
las redes sociales para conectar virtualmente entre nosotros y por
ende, el declive del contacto directo entre personas, que provoca que
la información que nos llega de los demás sea, como mínimo,
incompleta. Cuando dos personas mantienen una conversación, el tono
de voz, las pausas en el discurso, los gestos, la forma de gestionar
la mirada, proporcionan información esencial para contextualizar
todo el contenido del intercambio de palabras, no tan solo basta con
lo que se dice, sino como, donde y cuando se dice, porque eso nos
situará en el estado anímico, en el antecedente de la situación y
en el posible desenlace. Para poner un ejemplo gráfico, un escritor
de novela, puede dedicar varias líneas para describir un momento de
comunicación entre personajes, incluso a veces, más que para
después, relatar dicha conversación, porque necesita crear el clima
necesario, para que el diálogo tenga un sentido u otro y conseguir
así, que el lector se haga una imagen del momento y poderlo
contextualizarlo en el transcurrir del relato. Esto, como es lógico,
por muchos emoticonos, que quieras usar, es totalmente imposible por
conversaciones en redes sociales, hasta podría decir que en las
video llamadas, herramientas menos impersonales, se pierde mucha
información vital para poder comprender el contexto del instante,
todo esto logra que, sin poder evitarlo, estemos más desconectados
emocionalmente, cuanto más conectados virtualmente estamos.
Se que muchos verán un patrón
en mis relatos, pero, aún habiéndolo obviamente, mi relato no es
contra las redes sociales, sino contra el abuso de ellas para excusar
la falta de gestión de tiempo. El porque de la repetición, pues es
muy fácil, cuanto más dependamos de los espacios impersonales para
comunicarnos, más fácil es nuestra manipulación y menos
consciencia tenemos de nuestro entorno, siendo menos complicado
enmascarar datos en noticias, campañas políticas, campañas de
desprestigio, que si tuviésemos una interacción más fluida con
nuestro alrededor, costaría muchísimo más de conseguir, puesto
que, como ya he dicho, al tener una relación directa con el contexto
de las situaciones, es menos probable la irrupción de medios
externos que falseen el contenido de la información. El mensaje
siempre es el mismo, las redes sociales deben ser una herramienta, no
un medio, en cuanto lo usamos como medio, nos desconectamos
directamente de la realidad para entrar en la virtualidad y las
consecuencias de vivir en un mundo virtual, por desgracia, son muy
reales y nada halagüeñas.
¿Es necesaria la empatía
para vivir? Inequívocamente, sí, por el mero hecho de que la
empatía es un sentimiento de doble sentido, es difícil tener
empatía con alguien apático, simplemente, porque él mismo rechaza
ese contacto, haciendo, harto complicado el poder comprender su
estado y, dificultando más aún la tarea a la hora de poder ayudar o
aconsejar, lo que supone que si la intención de compartir no es
mutua, será totalmente estéril buscar la afinidad que lleve al
entendimiento necesario para poder gestionar las emociones y
encontrar nexos de unión que puedan facilitar la convivencia y
normal desarrollo de las relaciones personales entre iguales. Todo
esto llevado al contexto del grueso de la sociedad, es la principal
causa de discriminaciones, conflictos y diferencias sociales que
tenemos hoy en día, ya que, ahora más que nunca, si quiero que
alguien desconecte de la realidad de los demás, tan solo tengo que
hacerle creer que debe hacerlo parar diferenciarse, para ser
especial, para ser distinto de esos que son “mediocres”, formulas
que vemos a diario en campañas publicitarias, que con más o menos
agresividad, nos dan a entender que obteniendo lo que ellos ofertan
seremos más felices, pero no tan solo eso, sino que seremos más que
el vecino que no lo tiene. Esto consigue que, automáticamente,
cuando entras en el juego, te deje de importar el estado emocional
del vecino porque tu estas en otro estatus distinto, ocasionando la
desconexión instantánea de la realidad de tu entorno y favoreciendo
el distanciamiento de, en este caso, clases sociales, por poner un
ejemplo explícito y fácil, de como afecta a nuestra sociedad la
falta de los valores básicos y de gestión de nuestro tiempo.
Por ir terminando, vivimos en
la sociedad de la comida preparada, del café “rápido que tengo
prisa” en el bar o en la máquina expendedora, de la compra online,
del mensaje instantáneo, del “Me Gusta”, del postureo, bueno, se
me olvidaba, de los filtros de belleza en las redes… Esto no es
evolución, no sin un control, dejamos de lado las caricias, los
abrazos, los apretones de mano, el quedar tan solo para hablar, no
nos miramos a los ojos, no sentimos el frio del indigente que vive en
la calle, no padecemos el hambre del que no tiene el que llevarse a
la boca, hasta a veces y, por desgracia, lo veo cada vez más,
dejamos de empatizar con los que han perdido un ser querido, buscamos
excusas para no ofrecer nuestro apoyo a personas cercanas que están
hospitalizadas o tienen algún familiar hospitalizado. Cuanto más
avanzamos tecnológicamente, menos humanos somos, cuanto más
poseemos, menos tiempo dedicamos a los demás, cuanta más fuerte es
una ideología, menos comprensión tenemos con los que pueden
discrepar con ella.
Necesitamos un motivo para
poder ser más humanos, tener claro que, donde hoy vemos cortar la
barba del vecino, mañana veremos nuestro propio rasurado, porque no
hemos intentado frenar, a tiempo, lo que afectaba nuestro medio y
que, sin remedio, acabará afectándonos a nosotros mismos, ya que
todos formamos parte de una cadena que, aunque tenga eslabones
forjados en titanio, duros e inflexibles, siempre dependerán de la
resistencia del eslabón más débil, cuando este colapse, la cadena
ira desmoronándose. Cierto es, que los eslabones fuertes seguirán
enteros, pero sin la unión completa llegarán por desaparecer
igualmente, por eso la lógica que nos lleva a intentar conseguir
poder, es en verdad, la lógica que va destruyendo lentamente nuestro
mundo tal y como lo conocemos, ya que las especies que han subsistido
más en este planeta, siempre han buscado el equilibrio y nosotros
estamos empeñados en destruirlo, empezando con la falta de empatía
entre nosotros mismos.
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