Siglo XXI, el declive del ser humano
Capítulo XXIX
Siglo
XXI, el declive del ser humano
La
evolución del ser humano ha sido, hasta la llegada de la revolución
industrial y después más vertiginosamente elevada, tras la
irrupción de las nuevas tecnologías, una evolución sumamente
lineal. Como seres con una mente en continuo desarrollo, la
curiosidad en distintas eras de la existencia humana, nos
han
proporcionado episodios de decadencia moral, de aberrante ostentación
de poder y lujo de los dirigentes, épocas de epidemias casi
incontrolables, de guerras que solo tenían sentido para los que no
las luchaban, episodios del más macabro
y repugnante lado
oscuro de depravados genocidas con pretensiones de crear una raza
pura. Pero a su vez, también nos ha dado episodios de grandes logros
en ingeniería, avances en la física que han logrado dar una
explicación a lo que somos y porque lo somos, a inventos
inverosímiles, a locos de su tiempo convertidos en genios en siglos
posteriores, pero sobretodo y con la llegada de la revolución
industrial, nos ha proporcionado avances técnicos capaces de lo
impensable, en un espacio de tiempo sumamente escueto.
Como
decía al principio, si mirásemos la evolución del ser humano a lo
largo de los milenios, ha sido una evolución gráficamente lineal,
con pequeños altibajos, pero exponencialmente lineal. El gran cambio
llegaría con la revolución industrial que
comienza entre mediados del siglo XVIII, producida por el éxodo de
habitantes de las zonas rurales a la ciudad, por excedente de mano de
obra en el campo y se consolida a mediados del siglo XIX, con el
nacimiento de la industria moderna. Cuando me refiero a industria
moderna, no me refiero a sistemas automatizados, ni a tecnología
informatizada, sino, al uso de maquinaria para hacer procesos que se
hacían manualmente, posiblemente se vea algo muy simple, pero es la
base de la industria moderna. Ya en el siglo XX y
con el motivo de la consolidación del automóvil, Henry Ford diseño
lo que, paso a denominarse como cadena de montaje y que aun hoy en
día funciona para cualquier aparato, ya sean coches como muebles,
puedan llegar a nuestro poder usando un corto periodo de fabricación.
Este invento, que según cuenta la leyenda adapto de un matadero de
animales a sus fabricación de su legendario modelo T, supuso una
verdadera revolución en lo que serían las cadenas de producción,
masificando
exponencialmente la oferta, sobre la demanda. Hoy en día no
entenderíamos la vida moderna sin estos sistemas de montaje en
cadena, ya que una fabricación como se hacía antes donde un equipo
de operarios comenzaba y acababa, en este caso pondré el ejemplo de
los vehículos, un coche de principio a fin, impediría poder cubrir
la demanda de dichos coches y los costes serían estratosféricos.
Esto supuso un salto en la evolución del ser humano que rompía la
linealidad precedente, que si ya se vio rota con la revolución
industrial, ya con las cadenas de montaje el salto fue notoriamente
más grande.
Otro
salto abismal, fue la irrupción de la tecnología moderna, los
circuitos impresos, los primeros ordenadores, eso ocasionó, que las
industrias comenzasen a automatizarse, o sea, que el personal humano
comenzase a verse sustituido, en parte, por máquinas que formaban
parte de la cadena de montaje, hasta ese momento, las máquinas
siempre formaban, o bien parte de la fabricación o bien una parte de
apoyo a la cadena de montaje. Pero esa tecnología, no se iba a parar
ahí, porque
la mejora y, sobretodo, la disminución del tamaño de los circuitos
impresos, añadido a la creación de memorias que traducían la
información en unos y ceros, para procesar datos, empezaron a
conformar lo que hoy conocemos como los ordenadores modernos,
unidades fijas o portátiles que, con un tamaño cada vez más
reducido, nos permiten realizar una infinidad de tareas, que hace, no
más de 40 años, solo eran posibles para grandes empresas.
Con
la llegada de internet, la exponencialidad del salto ya se multiplico
por enésima vez en pocas décadas. La red de redes, la herramienta
que te permite estar en conexión con todo el mundo sin la necesidad
de moverte de tu casa. Correos electrónicos, páginas web para poder
vender tu empresa, un salto cuantitativo y cualitativo, tanto para
los comercios, como para las personas. La permisión de conocer otras
culturas sin tener que viajar, comenzó los cimientos de un mundo
global, pero el salto mas escalofriante lo daría un aparato al cual
empezábamos a olvidar, el teléfono. Cuando Steve Jobs hizo la
presentación del Iphone, dio el pistoletazo de salida del auge de
los Smat Phones, teléfonos inteligentes, no tan solo capaces de
hacer llamadas, como otros teléfonos móviles que ya existían, sino
que tenían aplicaciones, para juegos, técnicas para oficina y algo
que hizo que la gente comenzase a consumir en masa este tipo de
tecnología, unas cámaras de alta resolución. Si bien es cierto que
ya los teléfonos móviles anteriores tenían cámaras, eran en el
mejor de los casos, de calidad VGA, que si querías imprimir,
parecían más un cuadro puntillista que una foto. La llegada de los
Smart Phones llevaría consigo, a corto plazo, la evolución más
reseñable y a la vez más catastrófica desde que el homínido
decidió andar a dos patas. Un universitario, con el afán de elegir
la chica y el chico mas guapo del campus, sentó las bases de lo que
serían y son, las redes 2.0, comenzando una página llamada
Facebook. Mark
Zuckerberg, sin ser consciente en ese primer momento, había creado
lo que hoy es un imperio y el principio del declive del ser humano.
Tras
Facebook llegaron otras muchos aplicaciones más, Twitter, WhatsApp,
Instagram y otras muchas. Me refiero a las redes 2.0 como el declive
de la raza humana, porque desde su aparición, la necesidad de
movimiento para la socialización, simplemente, se esta perdiendo,
porque en ellas plasmamos nuestra vida con todo lujo de detalles,
mientras muchos no son capaces de llamar a sus familiares para saber
como están o simplemente para verlos. Usamos infinidad de
fotografías para describir lo bien que nos sentimos, cuando en
realidad, nuestras vidas son cada vez menos estimulantes y proclives
a la felicidad. Nos escondemos tras un perfil, para ser quienes
querríamos ser y no verdaderamente quienes somos. Además de todo
esto, lo peor, es que estas aplicaciones, las tenemos en los Smart
Phones, lo que provoca que las reuniones de amigos o familiares, haya
más gente mirando su móvil que disfrutando de la compañía de
quienes están compartiendo ese momento con ellos, ah, sin olvidar de
hacernos el Selfie todos juntos
sonriendo, para acto seguido dejarnos de mirar para colgarlo lo más
rápido posible en las redes y etiquetar a todos los que hay, a ver
cuantos “Me gusta” conseguimos.
Estamos
viviendo una vida irreal, separada del mundo, en una dimensión
paralela, que en el mejor de los casos, se asemeja una milésima
parte de lo que somos en verdad. Si a esto no se le puede denominar
el declive de la raza humana, tan solo nos daremos cuenta que si lo
es, cuando la última creación, inteligencia artificial, tome el
control de nuestras vidas y acabe por extinguirnos, demostrando que,
el gran depredador del ser humano, es el ser humano.
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