La ilusión, ¿algo inalcanzable a lo cual no dedicarle tiempo? o, por el contrario, la base de nuestras futuras metas.



La ilusión, es el estado previo al debido esfuerzo por conseguirla. Por contra, la desilusión, es la reacción obvia al ver, que no hemos luchado lo suficiente para hacer real nuestra ilusión.”




Ilusión: -“Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.” -“Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.” -“Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.” Estas, según la RAE, son las definiciones de ilusión, pero el concepto que nos compete para esta reflexión, es el de la motivación basada en una previa ilusión, osea, la ilusión como motor de nuestros esfuerzos. Explicado así, es posiblemente la mezcla entre la segunda y la tercera definición, puesto que la definición de la ilusión por conformar un objetivo, o una tarea que nos apasiona, conlleva a su vez la complacencia hacia nosotros y nuestra tarea. Lo que quiero explicar tiene más que ver con, la realización de lo que nos apasiona, que con definiciones literales, porque el llevar a cabo nuestras pasiones, es cumplir con nuestras ilusiones, que a su vez, constituyeron el paso previo para trabajar en su consecución. Explicado de otra forma, toda meta comienza con una ilusión, ese ensañamiento, el cual suele parecer muy distante y harto complicado, se va configurando en una forma proporcional al esfuerzo que le dediquemos y dará sus frutos, o no, según la perseverancia y la “cabezonería”, que apliquemos a los, posibles tropiezos o fracasos.

Podríamos pensar, que la desilusión, antónimo literal de la ilusión, se produce en el mismo momento del fracaso, pero no es así, como ya he expuesto en más de un artículo, tanto del libroblog, como de estas reflexiones, el fracaso, es tan sólo un paso más en el camino hacia el éxito, lo que de verdad condiciona, si ese fracaso es o no una desilusión, es la forma de reaccionar ante él, si se trata de una forma activa, o de una forma pasiva. Si reaccionamos de una forma activa, buscaremos otras vías, para llegar a cumplir la meta, la cual, un día solo era una mera ilusión, si por lo contrario, la reacción es pasiva, dejándonos llevar por la decepción lógica del momento, aparcaremos a un lado, la motivación que nos conducía a la consecución de nuestra meta, creando, ahora sí, una desilusión.
Podemos pensar, que esto es sólo extrapolable a los retos personales, pero también suele serlo a las relaciones de pareja, o retos profesionales, porque casi todo, si no todo, en esta vida se rige por los mismos patrones, dedicación, esfuerzo y constancia. Quizás en el tema sentimental, entren en juego factores externos, pero casi siempre están precedidos, de una falta de dedicación o de valoración de uno hacia el otro, lo que provoca una falta de confianza y suele acabar en una ruptura, normalmente a causa de terceras personas o, simplemente por la irrupción del desamor, fruto de la falta de cuidado de la relación.

Al fin y al cabo, la ilusión se cumple, normalmente, a base de un esfuerzo y la desilusión nos llega, más que por la falta de resultado, por la falta de creer en nosotros mismos y perseverar para conseguir cumplir con ese pensamiento que, un día, nos ilusionó.


Ser iluso es lo más bello de esta vida, porque ser iluso significa creer en las ilusiones y mientras de verdad creas en tus ilusiones y las persigas, ser iluso te llevará a la felicidad.



Comentarios

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