No mires de cambiar por contentar a todos, mira de ser tu mismo para no fallar a los que te aceptan como eres.




La necesidad de agradar a todos, hace que nos convirtamos en un mero avatar de nosotros mismos, el cual, nada tiene que ver con nuestra propia identidad.”



Muchas veces pensamos, que la mejor manera de vendernos, es tener contento a todo el mundo, que el mejor modo de socializar es encajar en todo los ambientes, o que tenemos el deber de agradar a todos, como si eso fuese un punto a nuestro favor, en modo de conducta social. Pero nada más lejos de la realidad, puesto que es imposible poder conectar positivamente con todos los que nos vamos encontrando por el camino, ni siquiera con todas nuestras amistades y hasta si queréis algo más básico, con nuestra propia familia. El porqué, es lógico, si hasta con la persona que más podamos amar, discutimos, tenemos nuestras diferencias, cuando el contacto es más superfluo o menos constante, la cosa se torna en totalmente una incoherencia. Pero aún así, muchas veces seguimos empecinados en hacerlo, lo cual, nos lleva a una mutación de nuestro propio yo, convirtiéndolo en diversos avatares, cada cual para cada grupo o individuos a los que se nos ha metido en la cabeza que debemos convencer.
Uno de los grandes problemas de todo esto, reside en nuestro propio yo, porque ni el mejor actor dramático, actúa a tiempo completo, ni tampoco realiza varios personajes al mismo tiempo, lo cual provoca un choque frontal entre, lo que en verdad somos y los múltiples “yoes” que vamos creando para generar un personaje perfecto para todo y para todos. También, cabe la más que probable posibilidad de que, en algún momento de estrés, equivoquemos el avatar que estamos representando, para los espectadores que no son, o sea, que metamos la pata con el tipo de comportamiento que hemos ido demostrando a una persona y/o grupo, teniendo el comportamiento creado para otro. Sin meterme en el tema redes, porque hasta yo mismo me canso de referirme a ellas constantemente, podríamos enfocarlo en el entorno del trabajo. Un buen ejemplo sería, el ser un auxiliar administrativo el cual, además de su grupo de compañeros, tiene por encima dos administrativos, un jefe de equipo, un director de área, un director comercial y el director o dueño de la compañía. Como ya podéis ir viendo el mero hecho de tener claro el organigrama y no equivocarte de persona, con el simple hecho de una entrega de papeles, puede resultar complicado, intentar ser una persona distinta para con el trato de cada uno de estos personajes y que sea discreto, para no entrar en polémica con tus compañeros auxiliares, es una tarea harto imposible.
El factor del carácter personal, aunque pueda parecer una incongruencia, tanto en la empresa, en la vida y si queréis también, en las redes, son una marca de identidad propia, que posiblemente a corto plazo no se valore demasiado, pero que seguro a largo plazo se toma muy en cuenta, porque los que siguen representando sus obras dantescas, acabarán por sucumbir en uno u otro momento y al final el que actúa con singularidad y coherencia, siempre estará en el mismo sitio a la misma hora, no por contentar al vecino, sino porque su personalidad lo llevará siempre al mismo punto.


Nada hay menos atractivo, que una persona con distintas caras, porque ninguna de ellas mostrarán nunca el personaje que hay en verdad tras de ellas.



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